
Sobre sus recuerdos de Cochabamba, Vargas Llosa escribió un texto titulado “Extemporáneos: Semilla de los sueños” (publicado en la revista Letras Libres). De ese artículo extraemos algunos fragmentos, donde además de su nostalgia por sus vivencias en este valle, el Premio Nobel de Literatura habla sobre “la forma casi natural en que empezó tanto su afición a la lectura como su necesidad de enriquecer su vida diaria con la creación de ficciones, impulso que ha regido desde entonces todo su itinerario intelectual”. "La casa de la calle Ladislao Cabrera, en Cochabamba, donde viví mis primeros años, tenía tres patios. Era de un solo piso y muy grande, por lo menos en mis recuerdos de esa edad, inocente y feliz. Lo que es para muchos un estereotipo —el paraíso de la infancia— fue para mí una realidad, aunque, sin duda, embellecida desde entonces por la distancia y la nostalgia”. “Nuestro profesor, el Hermano Justiniano, nos hacía cantar las letras, uno por uno, y luego, cogidos de las manos, en rondas, deletrear, identificar las sílabas en cada palabra, reproducirlas y memorizarlas”.
Esta foto que ilustra la noticia, muy bien resguardada por la dirección del Colegio La Salle, se ve al autor de “La ciudad y los perros” posando junto a sus compañeros de curso, allá por el año de 1945. (Señalado con un óvalo)
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