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EVANGELIO DEL
DIA DE NAVIDAD
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25 de Diciembre de 2013
FESTIVIDAD DE LA NAVIDAD
Lucas, 2, 1 - 14
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†Lectura de la
Buena Noticia según San Lucas
En aquel tiempo, apareció un
edicto del César Augusto, para que se hiciera el censo de toda la tierra. Este
primer censo, tuvo lugar cuando Quirinio era gobernador de Siria. Y todos iban
a hacerse empadronar, cada uno a su ciudad. Subió también José de Galilea, de
la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Betlehem,
porque él era de la casa y linaje de David, para hacerse inscribir con María su
esposa, que estaba encinta. Ahora bien, mientras estaban allí, llegó para ella
el tiempo de su alumbramiento. Y dió a luz a su hijo primogénito; y lo envolvió
en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la
hostería. Había en aquel contorno unos pastores acampados al raso, que pasaban
la noche custodiando su rebaño, y he aquí que un ángel del Señor se les
apareció, y la gloria del Señor los envolvió de luz, y los invadió un gran
temor. Díjoles el ángel: "¡No temáis! porque os anuncio una gran alegría
que será para todo el pueblo: Hoy os ha nacido en la ciudad de David un
Salvador, que es Cristo Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis un niño
envuelto en pañales, y acostado en un pesebre". Y de repente vino a unirse
al ángel una multitud del ejército del cielo, que se puso a alabar a Dios
diciendo: "Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los
hombres (objeto) de la buena voluntad". Palabra del Señor.
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EL EVANGELIO – ¡¡PASALO!!
COMENTARIO
Hoy,
nos ha nacido el Salvador. Ésta es la buena noticia de esta noche de Navidad.
Como en cada Navidad, Jesús vuelve a nacer en el mundo, en cada casa, en
nuestro corazón.
Pero, a diferencia de lo que celebra nuestra sociedad consumista, Jesús no nace en un ambiente de derroche, de compras, de comodidades, de caprichos y de grandes comidas. Jesús nace con la humildad de un portal y de un pesebre.
Y lo hace de esta manera porque es rechazado por los hombres: nadie había querido darles hospedaje, ni en las casas ni en las posadas. María y José, y el mismo Jesús recién nacido, sintieron lo que significa el rechazo, la falta de generosidad y de solidaridad.
Después, las cosas cambiarán y, con el anuncio del Ángel —«No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo» (Lc 2,10)— todos correrán hacia el portal para adorar al Hijo de Dios. Un poco como nuestra sociedad que margina y rechaza a muchas personas porque son pobres, extranjeros o sencillamente distintos a nosotros, y después celebra la Navidad hablando de paz, solidaridad y amor.
Hoy los cristianos estamos llenos de alegría, y con razón. Como afirma san León Magno: «Hoy no sienta bien que haya lugar para la tristeza en el momento en que ha nacido la vida». Pero no podemos olvidar que este nacimiento nos pide un compromiso: vivir la Navidad del modo más parecido posible a como lo vivió la Sagrada Familia. Es decir, sin ostentaciones, sin gastos innecesarios, sin lanzar la casa por la ventana. Celebrar y hacer fiesta es compatible con austeridad e, incluso, con la pobreza.
Por otro lado, si nosotros durante estos días no tenemos verdaderos sentimientos de solidaridad hacia los rechazados, forasteros, sin techo, es que en el fondo somos como los habitantes de Belén: no acogemos a nuestro Niño Jesús.
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