En el espacio que nos permite la libertad religiosa que como derecho fundamental tiene consagrado en su artículo 16.1º nuestra Constitución, y plenamente convencidos de que nuestra fe de católicos comporta una responsabilidad en la defensa de los derechos que nos asisten como ciudadanos y como creyentes para “evangelizar el ámbito social”, entendemos que es preciso que nuestra voz cristiana se haga notar ante los grandes problemas que se están suscitando en estos últimos tiempos en el complejo mundo de la producción, del trabajo, de la empresa, de las finanzas, y muy especialmente en estos últimos días en los que nuestra ciudad, nuevamente, se ve azotada por otro cierre patronal de terribles consecuencias, como es el caso de nuestra centenaria ‘FÁBRICA DE BOTELLAS’.
Desde el Génesis (2,15) se lee que Yahvé puso al hombre en el jardín del Eden “para que lo cultivase y guardase”, y en la Segunda Epístola a los Tesalonicenses, San Pablo afirma rotundamente que “quien no quiera trabajar, tampoco coma”. En resumen, para la Iglesia el trabajo es un mandato del Creador, un derecho irrenunciable, personal, necesario y social, amén de que pueda considerarse como un medio de perfección individual y, en definitiva, de cooperación a la Creación.
En el trabajo es donde de una manera visible se participa en la obra creadora de Dios, estableciéndose relaciones de comunión con los demás trabajadores para un fin común, que no es otro que crear un espacio de justicia y de paz. Pero si en lugar de esto, se coloca un afán desmesurado por poseer estaremos a buen seguro ante situaciones de explotación, dominio y estilos de vida que deshumanizan.
Como bien ha recordado Benedicto XVI en su reciente Encíclica ‘Caritas in Veritate’, detrás de esta crisis económica y laboral que estamos padeciendo encontramos muchas veces la ambición sin límites de unos pocos, la inexistencia de los necesarios controles públicos que provocan el paro, la miseria, la injusticia y hasta en algunas ocasiones desastres ecológicos. Es preciso desenmascarar la raíz inmoral de la actual crisis.
Evidentemente no podemos llegar a confundir empresa con obras de beneficencia, ni exigir que la empresa privada trabaje en pura pérdida; pero es necesario encontrar un equilibrio, que no suele ser fácil, entre los conceptos: productividad del trabajo -tanto individual como socialmente considerada-, máximo nivel de empleo y salario justo.
El trabajador tiene derecho a poseer el fruto de su trabajo. Atañe no sólo a la persona como individuo, sino también como miembro de una familia, entendida como sociedad doméstica (Rerum Novarum, 11). El trabajo es un derecho fundamental. Un bien útil digno del hombre y de su necesidad para formar y mantener una familia, adquirir el derecho a la propiedad y contribuir al bien común de la humanidad (Laborem exercens, 10)
Hay que aprovechar, como dijera Pablo VI en su Discurso a la Organización Internacional del Trabajo de junio de 1969, “todos los medios para garantizar el derecho al trabajo, incluso en las fases más críticas del ciclo económico, a nivel nacional e internacional. Hay que ser conscientes de que el trabajo humano es un derecho del que depende directamente la promoción de la justicia social y de la paz civil”.
Por todo ello, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, plenamente convencidos de nuestro compromiso social con el Pueblo de Dios, y siguiendo a San José -ejemplo admirable de trabajador y que da nombre a nuestra sede canónica- ante el anunciado cierre patronal de la ‘FÁBRICA DE BOTELLAS’ esta Ilustre y Lasaliana Hermandad se siente en la necesidad de realizar las siguientes EXHORTACIONES:
1ª.- A los trabajadores y a sus familias, para que en estos difíciles momentos permanezcan decididos, unidos y firmes en la defensa de sus justos y legítimos derechos, usando para tal fin los cauces que legalmente prevé el ordenamiento jurídico vigente. Cuentan con nuestras oraciones y nuestro apoyo incondicional.
2º.- A los representantes de los trabajadores, para que sean plenamente conscientes de la alta responsabilidad que contraen con sus compañeros y familias, en la búsqueda no del bien individual sino del colectivo, y para que tengan la templanza y serenidad suficientes para elaborar propuestas audaces que permitan encontrar soluciones viables a este difícil conflicto.
3º.- A las empresas y patronos, para que no aprovechen la crisis para realizar profundas reformas y despidos que de otra forma no podrían realizar, y que sean conscientes de que la empresa no es un sector éticamente neutro ni inhumano o antisocial. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente.
4º.- A los poderes públicos, para que su prudente intervención y mediación permita encontrar cauces de diálogo y entendimiento entre obreros y patronos; y para que, llegados al extremo, sean capaces de arbitrar las medidas políticas oportunas a fin de hacer desaparecer, o cuando menos mitigar, los efectos de este conflicto laboral.
5º.- A todo el pueblo de Jerez, para que asista a la manifestación pacífica que se ha convocado para el próximo día 29 de septiembre a las 19:00 horas en la Plaza del Arenal.
Junta de Gobierno
Hermandad ‘La Borriquita’
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